miércoles, 31 de julio de 2019

"Santo eres, Señor, Dios nuestro"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


La primera lectura de la misa de hoy es verdaderamente impactante... Vemos que quien reza se trasfigura, y quien ve rezar de esa forma, queda cuestionado y conmovido... No se puede hablar con Dios a corazón descubierto sin que quede reflejado en nosotros, ni sin pasar de nosotros a los demás... La oración es la perla que nos abre los ojos del alma hasta encontrarnos con el tesoro escondido en ella, y esta gracia es la que nos capacita para priorizar los valores que nos ayudan a vivir en la escuela de Jesús, que es la vida de cada día...

Vivimos en Dios, y Dios a la vez está en nosotros, y esta corriente es la que nos va llevando a otras aguas más profundas, más cristalinas, espejo de otro paisaje que nos aporta otra luz... La adoración es otra forma de rezar, que como la alabanza, da a la fe otro talante más firme y seguro, que nos sitúa a nosotros mismos, en otro plano más elevado, donde Dios es el centro de todo, y donde descubrimos que remitidos a Él, nace en nosotros la confianza de corazón... 

El salmo 98 lo expresa, y nosotros podemos expresarlo en sus mismas palabras, que son palabras de vida, habitadas por el Espíritu Santo, que nos nutre de su aliento y quiere traernos a su luz...

"Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor,
y él respondía. 

Dios les hablaba 
desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos
y la ley que les dio. 

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios"(Salmo 98)...


Recordando, como cada día, a los enfermos del blog... todos, uno a uno... también sus familias... volvemos a mirar al cielo suplicantes y pedir la intercesión del Beato Tito, para que recuperen la salud, del alma y del cuerpo... y que todos nosotros, peregrinos de la confianza, tengamos la valentía de entrar decididos por la puerta estrecha de la oración, hasta encontrarnos con quien puede trasfigurarnos y dar a nuestros ojos su misma luz...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria …

2 comentarios:

  1. “SANTO ERES, SEÑOR, DIOS NUESTRO”
    Salmo 98

    Nos dice la primera lectura del día de hoy, Libro del Éxodo (34,29-35), que Moisés le brillaba la cara cuando bajaba de hablar con el Señor: “Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor”... Creo que a todos los que seamos creyente no nos extrañará este suceso. Estar en la presencia de Dios, sólo escuchar su voz, ver su resplandor, sería suficiente para que, no solo nos brillara la cara, nos cambiara toda nuestra existencia terrenal y posiblemente eterna.

    Nunca nos olvidemos, es evidencia absoluta de nuestra fe la presencia verdadera de Cristo en el Altar, en Jesús Sacramentado, y así como Moisés nos tenemos que sentir y transformar delante de Él, iluminados y llenos de amor, con un respeto inmenso en las formas y en los actos, postrada nuestra alma ante su omnipotencia y misericordia. Invocarlo y escuchar lo que nos dice el Señor cuando estamos en su presencia, transmitirlo a los demás, evangelizar en nuestro entorno, tan falto a veces de orientación espiritual, es una obligación de todos los cristianos.

    Como nos dice el evangelio de hoy, san Mateo (13,44-46): “dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo”... Los cristianos tenemos un tesoro en Cristo Resucitado, pero no un tesoro para esconder, sino un tesoro para mostrar al mundo, para sentirnos orgullosos y enamorados de Dios, para vivir de sus riquezas y sentirnos afortunados de pertenecer a su Reino. Reino que comienza aquí en la tierra. ¿Quizás no es un tesoro un Padre que perdona siempre, qué nos ama y nos enseña a mar a los demás, qué nos guía y nos protege, qué siempre nos escucha y qué no se separa de nuestro lado, qué está en cuerpo y espíritu entre nosotros, qué compartimos su mesa y comemos su cuerpo y bebemos su sangre?... sin comentar el sacrificio de la pasión y muerte en la cruz, humildad y amor infinito por cada uno de nosotros. ¿Puede haber mayor tesoro?

    A tu compasión y bondad nos acogemos en este blog, Señor. A tu compasión y bondad me acojo, para que escuches mis súplicas. Tú sabes muy bien cuales son, lo que quiero, lo que te pido con una insistencia humilde y cansina, lo que te pedimos todos aquellos que la queremos tanto... Que se haga tu voluntad y no la nuestra... Pero escúchanos, Señor, no nos deje con este desconsuelo, atiende nuestras plegarias, nuestros ruegos y oraciones bañadas en lágrimas. Tú eres todo poderoso y nada hay imposible para Ti. Concédenos lo que te pedimos. Amén

    Pedimos la intercesión del Beato Tito Brandsma. Espíritu Santo, Dios verdadero, guíanos al corazón del Padre, lleva nuestras oraciones y suplicas a lo más profundo de su voluntad; se centro y limite de nuestra comunión de los Santos, forma parte de nuestros sufrimientos, comprende nuestros anhelos para aquellos que amamos con toda nuestra alma y que sufren por su enfermedad. Derrama tus dones sobre nosotros y recoge para el Señor los frutos de nuestro amor por Él y la Virgen María. Amén.

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