viernes, 27 de abril de 2018

"Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí"...




Seguimos haciendo ruta, y volvemos a pararnos ante el calendario, que vuelve a marcar 27... hoy de abril... Agradecemos al Señor y al Beato Tito, la gracia de nuestra comunión, que se consolida... El interés sincero de unos por otros, que crece... La oración suplicante que mantenemos viva, ayudándonos a vivir la fe por el camino seguro de la confianza de corazón... El tiempo va creando entre nosotros vínculos reales... objetivos... sentimos latir como propio, los problemas de los otros en nuestro corazón, y queremos acercar al dolor de cada uno, el bálsamo del consuelo con que la fe toca el alma, dejando a su rastro, el hálito de Dios Omnipotente, que vive a nuestro lado todo lo que nos envuelve, aunque sintamos -a veces- que caminamos a oscuras...




"Dijo Jesús: "En la casa de mi Padre hay muchas moradas; 
si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. 
Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo,
 para que donde estoy yo, estéis también vosotros. 
Y adonde yo voy ya sabéis el camino". 
Tomas le dice: "Señor, no sabemos adónde vas, 
¿cómo podemos saber el camino?". 
Jesús le responde: "Yo soy el camino y la verdad y la vida.
 Nadie va al Padre sino por mí" (Jn.14, 2-6).


Cada acontecer de nuestra vida, doloroso o feliz, es un tramo del camino que Jesús nos prepara para que vayamos al cielo... Aunque a veces nos abrume el sufrimiento, o no encontremos sentido a lo que nos pasa, no podemos distanciarnos de la confianza, porque nuestra vida ha sido diseñada por Dios con amor infinito... Nada de lo que nos sucede escapa a su mano... Todo nos va conduciendo a aquella morada que nos tiene reservada en la casa del PADRE, nuestro destino final... Afrontemos con ánimo el camino, sin perder de vista la meta que nos espera... El Señor utiliza todas las experiencias en nuestra vida para hacernos crecer y madurar; ésta es su manera de ir «haciéndonos nuestro sitio» en el cielo... Nos hace además una promesa: «volverá para llevarnos con Él; para que donde esta ÉL, estemos también nosotros»...

Ante semejante futuro no nos acobardemos por tener que pasar por los «dolores del crecimiento»... Jesús se hizo nuestro camino, para que no temamos ante los momentos difíciles... Él pasó por ahí antes que nosotros, y ahora nos acompaña; nunca nos deja solos... Él nos tiene un amor entrañable, y podemos atrevernos a decir que estamos ya en el cielo con Él... porque después de su RESURRECCIÓN, se ha unido de modo inseparable con cada uno de nosotros... Está a nuestro lado y ante el Padre, intercediendo por nosotros, nombrándonos uno a uno, con nuestros problemas... nuestras necesidades... nuestros esfuerzos por ser mejores... nuestras luchas... nuestras debilidades...  Él nos tiene en cuenta en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida, y nos infunde la Suya, para que le conozcamos... le sigamos... y avivemos el deseo de estar con Él para siempre...


Nos sentimos pequeños... vulnerables... tenemos a veces miedo a lo no controlable que nos sobrepasa... pero aún así, queremos dejarnos conducir, apoyados en su Palabra, transida de promesas y esperanza... La perseverancia en el tiempo va haciendo que nuestra fe sea mas consistente... más objetiva... más fundamentada... Su Palabra instruye... conforta... anima... no cambia nada, y a la vez el horizonte no se cierra en la noche... en la duda... en el dolor que nos hace sufrir...

Incluyamos hoy en nuestro recuerdo un pensamiento, que una el cielo y la tierra, haciendo racimo por la gracia de la comunión de los santos, a todos los que nos sentimos y somos, "peregrinos de la confianza, desde la intercesión del Beato Tito"... la raíz que nos vincula, nos permite firmeza ante "las mecidas" de la vida, que hace estragos dolorosos y nos deja vacíos, que sólo podemos "suavizar" con la esperanza del cielo... Recemos por cada uno y sintámonos incluidos en la oración de todos... Ayudemos a los que pasan tramos más difíciles y duros, y renovemos nuestra fe en Jesús... creamos en Él, y guardemos en el corazón su Palabra... Ella florecerá y nosotros daremos frutos de vida... Nada, ni nadie, podrá separarnos de la confianza de corazón, donde queremos permanecer firmes y seguros... porque, Dios es Fiel...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro - Ave María - Gloria...