viernes, 19 de febrero de 2021

"Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


La liturgia enseña y alimenta la fe, con la capacidad además, no lo olvidemos, de actualizar la gracia en cada uno de nosotros, si nos abrimos a recibirlo... Es hoy el profeta Isaías, en la primera lectura, quien nos da una lección práctica sobre el espíritu de la cuaresma, al que la Iglesia nos exhorta llamándonos a la conversión sincera, por el camino cierto y seguro de la caridad, al que nos llevan las obras de misericordia...

Necesitamos purificar la fe con el compromiso serio de entrega a los demás, para que el Reino de Dios prenda en este mundo descreído y secularizado... la cuaresma es tiempo propicio para secundar la gracia en nosotros y decidirnos a ser apóstoles de la buena noticia de Jesús, que está entre nosotros, dándonos certezas al alma de que el amor y la entrega es el único camino que responde a los anhelos que todos llevamos dentro, y que nos cuesta ver realizar, por vivir desorientados, buscando fuera de sitio, movidos por afanes egoístas, frutos del pecado y la frivolidad de creernos dueños y señores del mundo, cuando somos esclavos de las pasiones, avaros de cosas materiales, que sólo aumentan nuestros vacíos existenciales...

Tengamos la valentía de acercarnos esta cuaresma a la gracia y permitirle a Dios que nos cure el alma... Recemos con fe el salmo 50, reconociéndonos pecadores, necesitados de perdón, dispuestos a convertirnos...

 "Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.

 Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias" (Salmo 50)...


Que no cesen las plegarias al cielo en estos momentos trágicos que vivimos... Pidamos fe y esperanza para los enfermos, que éso es también pedir la salud... Sabemos que el tiempo no es más que camino, y todo camino conduce a un destino... Que nos acompañe la oración sostenida por la fe de todos los que rezamos... y que la intercesión del Beato Tito, acerque al cielo nuestro dolor, y nos permita sentir respuesta de gracia para todo lo que pedimos a Dios, con humildad y confianza... Porque Dios lo puede todo, y nos ama...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria