sábado, 26 de diciembre de 2020

"A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


A la luz de Belén, la liturgia nos acerca hoy el testimonio de san Esteban (protomártir), lapidado por un grupo de radicales, por el solo delito de manifestar públicamente su fe en Jesús... ¡¡cuántas atrocidades se han hecho y se siguen haciendo para castigar la fe, precisamente los que dicen no creer!!... algo tendrá entonces la fe, que incita de esta forma a atentar contra ella desde el principio, y sin treguas, en el paso del tiempo...

La pregunta sería, ¿es nuestra fe provocadora, por su valentía, su coherencia, su compromiso, o hacemos número sin implicarnos, sin poner en valor el mensaje de Jesús, y sin dar a este mundo el aire fresco del evangelio?... Jesús ha tomado nuestra carne, para mostrarnos que torcida la dirección del camino, el destino puede no ser encontrado... el ser humano, mirando el mundo con sus ojos, distorsiona la realidad y se cree prepotente pensando que Dios es el vulnerable, atreviéndonos a manejar la vida a capricho, hazaña que nos deshumaniza e incapacita para la vida y la convivencia...

Vayamos a Belén, descalcemos el alma ante el Niño y reconozcamos que la paz verdadera está entre nosotros... dejemos de pelearnos por puestos, honores, poderes, porque el hombre sin Dios, es el peor enemigo del hombre mismo, lo vemos en los mártires, traídos por la liturgia hoy a nuestra consideración en la persona de san Esteban... La fe es la entrega a una causa que hay que defender con el propio testimonio, apoyados fuertemente en la Palabra de Dios, que nos traza el camino y lo recorre con nosotros...

"Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirigeme y guíame. 

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. 

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia" (Salmo 30)...


Bonito contexto para rezar unos por otros, recordando a los enfermos del blog... a todos, uno a uno... también sus familias... Mirando al cielo ayudados de la intercesión del Beato Tito, también testigo de la fe como san Esteban, volvamos a pedir la salud y la fe, para que el don de Dios germine en nosotros y seamos coherentes hasta dar testimonio de vida cristiana...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria