martes, 27 de febrero de 2018

"Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu"...


Con este 27 de febrero, hace justo un año, que iniciamos esta andadura, dirección "LA CONFIANZA DE CORAZÓN", acogidos para ello a la intercesión del Beato Tito (carmelita holandés, deportado y asesinado en julio de 1942 por los nazis en el campo de concentración de Dachau), porque acercarse a "quien sabe" es una manera eficaz de ir aprendiendo... Quiere el Señor -lo dice la Iglesia- que el testimonio de los santos ilumine la vida de los creyentes; y sus actitudes sean estímulo y punto de apoyo donde pisar con acierto, cuando las asperezas del camino, nos hacen de tantas maneras, sentir vulnerables...

Agradecemos al Señor, a la Madre del Carmelo, y al Beato Tito, el habernos encontrado tantos hermanos y hermanas, dispuestos y disponibles a vivir la comunión bajo esta mirada firme y segura, con el objetivo, bien definido, de rezar unos por otros y ayudarnos mutuamente a vivir la fe, por el camino de la confianza...


La principal motivación es ayudar a los enfermos a mantener la lucha... el ánimo... la confianza... y la fe... acercándonos con paz a la Voluntad de Dios, esperanzados de que la gracia nos sostiene... nos fortalece en los verdaderos valores... nos ayuda a dar sentido al dolor... y nos acerca al don de Dios que se personaliza en cada uno, enriqueciéndoles a todos en la raíz misma de su ser... A la vez, por nuestra parte, no dejamos de insistir al cielo "ansiosos" de verles recuperar la salud y crecerse durante esta etapa difícil del camino, dinámica en frutos, y en la que Dios mismo es quien conduce... fortalece... consuela... ama...




"Jesús, clamando con voz potente, dijo:
"Padre a tus manos encomiendo mi espíritu".  (Lc. 23, 46).


Que el último suspiro de Jesús Crucificado, agonizante, sea un acto de confianza, es verdaderamente revelador... clavado entre el cielo y la tierra, como puente que une dos extremos, confirma su entrega sabiendo que ha acertado... Si le miramos morir hasta que le veamos, y oímos su balbuceo hasta escucharle, habremos recogido el don infinito de su amor hasta el extremo, donde podemos sanar las heridas de nuestra naturaleza caída y vivir para esta gracia, acercando a otros al fuego de este mismo amor... Sólo el amor redime, porque sólo el amor tiene capacidad para el perdón... y Dios, en Jesús, es amor misericordioso, entregado desde la altura para cobijar a todos... De este aliento que entrega hoy al Padre, tenemos que vivir los que creemos en Él, mientras vamos de camino hacia la Vida Verdadera... el cielo...

Recordemos, como cada  día, a los enfermos del blog... peregrinos de la confianza bajo la protección y amparo del Beato Tito... pensemos en todos, uno a uno... también en sus familias... y pidamos para todos la salud... la paz del corazón... la esperanza de la fe... y un aumento notable de confianza para sufrir sin desánimo y no dudar de la presencia que nos conduce y acompaña... de la que somos parte, y en la que habitamos...



Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María