martes, 30 de marzo de 2021

"Mi boca contará tu salvación, Señor"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


Una vez que hemos traspasado con Jesús las puertas de Jerusalén, son las fuerzas del mal las que parecer ganar la partida, dejando fluir lo más débil en cada uno de los que parecían ir con Jesús, decididos a llegar con él, hasta el final... Y llegarán... pero, ¡¡de qué forma tan distinta y tan distante a este momento oscuro donde dejan a Jesús solo con todo el peso del dolor del mundo, simbolizado en la Cruz!!...

Pensamos que la fe es una aventura "quinceañera", que responderá a nuestros sueños idealizados... y no es así; la fe tiene otros matices y argumento, más serios y comprometidos de los que a primera vista podemos intuir... Sólo Jesús está firme en este momento, y gracias a él, podemos vencer los débiles, cuando el mal nos acecha y parece ganarnos la partida...

¿Quién puede presumir de valiente cuando nos enfrentamos al dolor en cualquiera de su formas, sin más luz que la esperanza?... tomar en serio a Dios implica asumir su Voluntad aprendiendo otra dinámica para pisar la vida en el tiempo, y sólo sostenidos en la gracia podemos avanzar seguros, si no apartamos los ojos del alma del amor extremo que Jesús nos demostró muriendo por nosotros y salvándonos de la muerte... Atrevámonos a rezar el salmo 70 en primera persona, dando de comer a nuestra fe y madurando el fruto que de ella daremos cada uno... 

"A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. 

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. 

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. 

Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas" (Salmo 70)... 


Pensemos, una vez más, hasta recordar a todos, en los enfermos del blog, uno a uno... también sus familias... Miremos al cielo amparándonos una vez más en la intercesión del Beato Tito, para que presente ante la Virgen y su Hijo nuestras súplicas confiadas... Sabemos que pedimos milagros, pero es aquí donde se pueden pedir, y desde aquí, de donde se pueden esperar... cultivemos la fe hasta recoger sus frutos...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria