domingo, 4 de marzo de 2018

"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


"Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, 
salió al sitio llamado "de la Calavera" 
(que en hebreo se dice Gólgota), 
donde lo crucificaron; y con él a otros dos, 
uno a cada lado, y en medio, Jesús.
...Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, 
la hermana de su madre, María, la de Cleofás, 
y María, la Magdalena" (Jn. 19,17-18.25).

Asistimos a la muerte de Jesús, y nos encontramos con el corazón traspasado de dolor, de la Virgen, que está presente... Es también una estampa fácil de trasladar a nuestros días y de la que tantas veces somos testigos, quedando perplejos... confusos... cuestionados...

La herida del pecado que padece el mundo, tiene consecuencias verdaderamente trágicas, con las que convivimos, sin lograr interpretar, y sin conseguir evitar... Y a pesar de que tenemos que encontrar nuestro dolor, dentro del dolor del crucificado; el dolor de la pasión y de la muerte de Jesús, es provocado por nosotros... No es comprensible que podamos ver morir nuestra muerte en su poder, y que su amor hasta el extremo le haya llevado a empeñar su vida, para que salvemos la nuestra... El cielo está desde entonces, abierto para siempre...


El camino de la vida es para acercarnos a ese don gratuito e inmerecido, aunque escapamos fácilmente a esta conciencia, porque, es cierto, a cambio se nos pide pagar, el "insignificante precio" de dejar a su iniciativa, el día y la hora de llegada... Porque no es un castigo separarnos en el tiempo, si el objetivo es coincidir en el destino para siempre... ¡¡hablamos de un don eterno!! ¡¡EL CIELO!!... es simplemente, acercar a cada uno, su mejor manera de llegar seguros... quien nos encamina es la providencia del Padre, que es la expresión de su misericordia... ¿Cómo no vivir confiados... seguros... esperanzados?... ¡¡mucho mayor fue el precio que le hicimos pagar nosotros a Él!!...

Enraicemos nuestra esperanza -con la de la Virgen- en este don, y ofrezcamos el dolor que sufrimos, para ser a cambio iluminados... Nuestra corta percepción no trasciende, atrofiada en lo más primario de nosotros mismos... Debemos elevar la mirada... aspirar... desear... encender el corazón en las verdades últimas, que nos darán aliento para vivir desde otros criterios, donde sufrir duele mucho ¡lógico!, pero el horizonte queda iluminado y podemos ahondar e ir cultivando, la perla preciosa del reino, que de nosotros depende, que se exprese en el "aquí y ahora"... y, esa es nuestra tarea...


Acudimos, como solemos hacer, a nuestro encuentro diario, y rezamos unos por otros en el deseo de ayudarnos a provocar la experiencia creciente de la fe en cada uno, porque la fe tiene que ser personal... Dios tiene que habitar en cada corazón para ser iluminado... Pensemos, hasta recordar, a todos los enfermos del blog... son muchos y tienen que estar todos, uno a uno... también sus familias... Sabemos que sufrir es parte del vivir, y queremos vivir con sentido nuestra vida entera... Nos acogemos al cielo para ser ayudados, y nos amparamos cariñosamente en la intercesión del Beato Tito, fiel compañero de camino, en esta ruta de la confianza, por la que buscamos al Señor en su Voluntad... nuestro tanteo se hace unas veces más perceptibles que otras, pero sabemos que siempre está...

Ponemos en común nuestras súplicas, y el Señor sabe que el presente que le hacemos llegar, es nuestra confianza en Él, a la espera de que el cielo nos bendiga copiosamente con dones perdurables con los que responder a su amor y su misericordia... Él sabe cuánto deseamos la salud de nuestros enfermos y cómo queremos ayudarles a crecer en la fe... la esperanza... la confianza... Este camino difícil por el que ellos pasan, tiene que ser iluminado con la fortaleza... el consuelo... la paz... y esto lo tenemos que hacer posible desde la comunión de los santos... La Virgen y el Beato Tito, nos ayudarán...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María