lunes, 4 de noviembre de 2019

"Que me escuche, Señor, tu gran bondad"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


Si seguimos cada día las enseñanzas de Jesús en su Palabra, observamos que la oferta de la gracia es insistente... tiene Dios más interés en salvarnos que nosotros... es tan sutil el engaño, que vivimos en la mentira y nos creemos que estamos conquistando el mundo... ¡¡las apariencias!! ¡¡qué trampa!!... qué olvidadizos somos cuando el viento sopla a nuestro favor, pensando que podemos parar la vida en las ensoñaciones... programamos ilusiones, que tienen el principio y el fin en nosotros mismos... ¡¡despertemos!! la vida es una conquista de otros valores...

Quien creó el mundo, amasado con amor eterno, lo sueña distinto, y no deja de susurrar su voluntad cuando acercamos el oído a su Palabra... Dios ha puesto en nuestras manos su obra... su proyecto... para hacernos valer en nuestra dignidad... Él no necesita de nosotros, pero quiere que sintamos nuestra pertenencia a la vida, al mundo, a los otros... y sobre todo, a Él mismo que es donde de verdad vivimos y donde tenemos que saber que estamos...

Recemos humildes el salmo 68 propuesto hoy en la liturgia, que tan bien expresa el reconocimiento de nuestra medida frente a la suya, y nuestra necesidad de que no deje de mirarnos compasivamente mientras nos damos cuenta cuánto necesitamos de Él, de su gracia, y de su misericordia...

"Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. 

Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. 

El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella" (Salmo 68)...


Volvamos a rezar unos por otros y pensemos, hasta recordar a todos, en los enfermos del blog... en todos, uno a uno... también en sus familias... Acogidos a la intercesión del Beato Tito, miremos al cielo suplicantes y confiados, hasta dar frutos a nuestra fe... El amor de Dios, derramado en cada corazón, hará posible que la fortaleza, el consuelo, la esperanza y la paz, nos permitan seguir avanzando en la confianza de corazón hasta que la fe nos configure en los hijos que Dios quiere y espera de cada uno...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria …