lunes, 24 de julio de 2017

Día 7.- Beato Tito, ruega por nosotros...



Nada más lejos de nuestro P. Tito que esa frialdad o lejanía que a veces distingue a las personas importantes. Como buen frisón era un hombre sincero, acostumbrado a mostrar sin dobleces sus sentimientos y sus opiniones (lo que, en más de una ocasión, le causó ciertos problemas). Los que le conocieron suelen comentar que eran famosos sus "apretones de manos", así como su risa franca y abierta.
Ciertamente no participaba de la idea de que es más santo el ocultar los sentimientos y el afecto hacia las personas. No cree en ese miedo a la afectividad, que muchas veces no es sino una justificación teórica que esconde un egoísmo aberrante. No lo tuvo en ninguno de los niveles ni ámbitos en los que se movió: ni en lo familiar, ni en la docencia, ni en el mundo del periodismo, ni en su comunidad religiosa. No era el religioso que "soporta" a sus hermanos estoicamente buscando una santificación un poco farisaica, sino más bien el que disfruta de sus hermanos y sabe acercarse a ellos y junto a ellos afronta los problemas, las alegrías, las tensiones, etc. Valga en este sentido la anécdota que nos narró -entre otras muchas- el P.Bertoldo Lurvink, quien, siendo muy joven, coincidió con el P. Tito en Nimega: el día de su cumpleaños, Tito introdujo por debajo de su puerta una calurosa felicitación y una disculpa por no haber podido estar allí para celebrarlo en comunidad, debido a los exámenes de la Universidad.
Especialmente entrañables resultan los muchos ejemplos en los varios meses que pasó en diversas cárceles y campos de concentración, hasta terminar en Dachau. Pero, sin duda, el más impresionante es el de Tizia, la enfermera que lo "atendió" y que le inyectó el ácido fénico que acabaría con su vida. Fue a esta muchacha -acostumbrada a terminar diariamente con varias vidas- a la que hizo su último regalo, aquel rosario de madera que a su vez le había regalado un preso de Amersfoort, pues él había olvidado el suyo en el convento con las prisas de la partida tras la detención. El breve diálogo que el moribundo Tito mantiene con Tizia dejó a aquella profundamente conmovida. Resulta escalofriante leer el testimonio de aquella mujer, captada en plena juventud por el Nacional-socialismo.
Es la confrontación, siempre apasionante, entre la "ideología" (prepotente, segura, sólida) y el ser humano, que tiende a la libertad y al amor, y que no se deja encasillar en ningún esquema


La virtud, que es el fruto, del don de cada uno, en Dios, es lo que en los santos resalta, hasta hacernos pensar y cuestionar... un santo es cualquier persona, que se adhiere a la gracia y acogiendo el amor de Dios, aprende a amar en las mismas dimensiones en que es amado, es decir, hasta el extremo...

Es verdad, que amar hasta el extremo, requiere un grado de libertad que escapa -en gran medida- a los que vivimos aún a niveles más primarios y menos comprometidos, donde el egoísmo suele quedarse con los primeros planos, cerrando el círculo en mí, lo mío y los míos... cuando Dios invade la vida de una persona, la enriquece en los valores más simples, que es donde nada es pequeño y desde donde todo abarca los espacios más amplios, llevando a cada cosa y a través de cada una de ellas, el mismo Ser de Dios...


Acerquémonos a la gracia como cada día, con corazón pobre y actitud humilde, sabiendo que necesitamos de Dios y en Dios podemos encontrar nuestra plenitud y lo que nuestro corazón desea y necesita... miremos al Beato Tito, en este séptimo día de novena, cercano ya al día de su fiesta y presentémosle nuestras súplicas para que las ponga ante la Madre del Señor y nuestra fe nos proporcione lo que pedimos con confianza... que los enfermos de nuestro blog, peregrinos de la confianza, encuentren en Dios, la fortaleza, el consuelo, la esperanza y la paciencia, mientras llega la luz a sus sendas oscuras y Dios les muestra su fidelidad, haciéndoles ver cumplidas sus promesas...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria …