delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.
Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.
Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.
Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.
Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.
Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.
¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!
"El poder que los gnósticos atribuían a
la inteligencia,
algunos comenzaron a atribuírselo a la voluntad humana, al
esfuerzo personal.
Así surgieron los pelagianos y los
semipelagianos.
Ya no era la inteligencia lo que ocupaba el lugar del
misterio y de la gracia,
sino la voluntad" (n. 48).
El reconocimiento de un error, vemos que conduce en este caso
a otro error, y pasamos ahora del
"gnosticismo", al "pelagianismo".... Descubren
algunos que disociando la teoría de la práctica, no logramos salir de
nosotros mismos, pero sí que seguimos manteniendo con ello la pretensión
de domesticar el misterio, situándolo ahora en los
límites de la voluntad ¡¡qué sutil el egoísmo!!... "Se
olvida que «todo depende no del querer o del correr, sino de
la misericordia de Dios» y que «él nos amó primero» (n. 48)...
Ciertamente estas ideologías conviven con nosotros
disfrazándonos la verdad de apariencias, creándonos además falsas seguridades;
queriéndonos hacer creer que nuestra voluntad puede determinar la eficacia de
la gracia ¡¡falso!!.... Qué bien lo expresa el Papa, y cómo tenemos que
acercarnos a su palabra, acogerla, y dejarnos iluminar por ella, haciendo
camino real y objetivo, a su luz...
Escuchemos al Papa que nos lo expresa magistralmente: "En
el fondo, la falta de un reconocimiento sincero, dolorido y orante de nuestros
límites es lo que impide a la gracia actuar mejor en nosotros, ya que no le
deja espacio para provocar ese bien posible que se integra en un camino sincero
y real de crecimiento. La gracia, precisamente porque supone nuestra
naturaleza, no nos hace superhombres de golpe. Pretenderlo sería confiar
demasiado en nosotros mismos. En este caso, detrás de la ortodoxia, nuestras
actitudes pueden no corresponder a lo que afirmamos sobre la necesidad de la
gracia, y en los hechos terminamos confiando poco en ella. Porque si no
advertimos nuestra realidad concreta y limitada, tampoco podremos ver los pasos
reales y posibles que el Señor nos pide en cada momento, después de habernos
capacitado y cautivado con su don. La gracia actúa históricamente y, de
ordinario, nos toma y transforma de una forma progresiva. Por ello, si
rechazamos esta manera histórica y progresiva, de hecho podemos llegar a
negarla y bloquearla, aunque la exaltemos con nuestras palabras" (n.
50)...
Lo que de verdad nos aproxima a la santidad es una actitud
humilde ante Dios, esperando de Él, lo que a nosotros nos falta... lo dice
también la escritura: "estáis salvados por su gracia y mediante la
fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a
las obras, para que nadie pueda presumir" (Ef. 2, 8-9)... La
voluntad humana tiene nuestros mismos rasgos de fragilidad y "no se
puede ignorar -lo dice el Papa- que «no todos pueden todo», y que en esta vida las
fragilidades humanas no son sanadas completa y definitivamente por la gracia"
(n. 49)...
Acertamos
entonces, cuando acogemos el don y permitimos en nosotros, el triunfo de la
gracia, por la misericordia de Dios que nos ama infinitamente, completando
"nuestra medida"... No lo olvidemos: "Para poder ser perfectos, como a él le agrada, necesitamos vivir
humildemente en su presencia, envueltos en su gloria; nos hace falta caminar en
unión con él reconociendo su amor constante en nuestras vidas. Hay que perderle el miedo a esa presencia que
solamente puede hacernos bien. Una
vez que lo aceptamos y dejamos de pensar nuestra existencia sin él, desaparece
la angustia de la soledad. Y si ya no ponemos distancias frente a Dios y
vivimos en su presencia, podremos permitirle que examine nuestro corazón para
ver si va por el camino correcto. Así conoceremos la voluntad agradable y
perfecta del Señor y dejaremos que él nos moldee como un alfarero" (n. 51)...
Mantengamos nuestro ritmo diario y llamemos al cielo a pedir
ayuda, mientras seguimos haciendo rutas de confianza, buscando acercarnos a la
gracia para permanecer en ella alimentando la fe y disponiéndola a florecer en
dones, con que pueda manifestar Dios su gloria, en nuestro ser y hacer...
Pensemos y recordemos a los enfermos del blog... todos, uno a uno... también
sus familias... Nos necesitan todos... dejemos que Dios ponga el orden, para
que todos sientan el consuelo y la fortaleza que su amor derrama en cada uno...
Nos acogemos a la intercesión del Beato Tito y presentamos nuestra súplicas
como una ofrenda, en el deseo de que el cielo la acoja, y nos la devuelva
trasformada y multiplicada, a fin de que sus promesas se cumplan en nosotros...
Lo nuestro, la confianza... lo demás, es obra Suya...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...
Beato Tito, ruega por nosotros...
Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.
Padrenuestro – Ave María