sábado, 3 de marzo de 2018

"El encuentro de Jesús y María en el Camino de la Cruz"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


"Lo seguía un gran gentío del pueblo, 
y de mujeres que se golpeaban el pecho 
y lanzaban lamentos por él" (Lc. 23,27).

¡¡Qué parco el evangelio en resaltar la figura de la Virgen en el camino de la Cruz de Jesús!!... ¿Qué nombre podemos poner, al dolor silencioso de la Madre, que llega en el más absoluto anonimato a los pies de la Cruz, firme en su fe, hasta permanecer de pie, ante el Hijo muerto?... La esperanza activa de la Virgen, le capacita para acercarse al dolor de la muerte del "INOCENTE", traspasada, sí, pero sin derrumbe...

Por la Palabra, contenida dentro de su corazón, guardada por la fe, a la espera del despliegue de la luz que entraña, avanza decidida y sin titubeos, segura de que lo dicho por Jesús, se cumplirá... Cuando el dolor madura la fe, el tiempo abarca la conciencia de lo eterno, y lógicamente, se cambian las perspectivas... Es otra mirada... otra luz...


El dolor que cubre de oscuridad el corazón de la Virgen, no es sólo el de Jesús... En el dolor de Jesús habitan todos los crucificados de la tierra... y Ella, por su fe, está madura para compartir la entrega, el dolor y la misión del Hijo... Su consuelo es el que llegará a nosotros cuando por el "último salto", de la Cruz al cielo, perdamos la visión de Jesús, y a cambio queden, de par en par abiertas, sus puertas para siempre... 

Por la luz de la fe, llegaremos a dar con esta senda, y la presencia cercana de la Virgen nos ayudará a creer en las promesas... a mantener la espera... a sufrir con sentido... y a entrar -sin retorno- en la Voluntad de Dios por el camino cierto y seguro de la confianza de corazón...


Recemos también hoy unos por otros y ayudémonos a crecer en la fe... Que seamos creyentes de esperanza... miremos de cerca la Cruz y sintámonos culpables por no valorar, hasta convertirnos, el amor de Dios... Todos hemos crucificado a Jesús, y todos colaboramos con nuestros pecados al mal del mundo... Ojalá lloremos con corazón contrito y nos abramos al don, dándole acogida hasta crecerlo en nosotros... No sufrimos inútilmente; lo descubrimos junto a este dolor, viendo sufrir a la Madre y al Hijo... pongamos junto a ellos el dolor de nuestros enfermos, para que se ilumine en esta llama de amor incandescente, que purifica... redime... sana... y salva... Tengamos ahora nuestro recuerdo diario por los enfermos del blog... pensemos en todos, uno a uno.... también en sus familias... Acercándonos a quienes han sabido sufrir, hasta morir creyendo, amparémonos en la intercesión del Beato Tito, en el deseo de que miremos al cielo con el corazón confiado... En la paciencia de la fe, sembramos nuestro dolor y nos rendimos a la Voluntad de Dios, que es nuestro Padre y nos ama infinitamente... Iluminemos el sufrimiento en estos misterios y acojamos la gracia que de ellos destila... Es para nosotros... Seamos valientes... confiemos...

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María