domingo, 23 de julio de 2017

Día 6.- Beato Tito, ruega por nosotros...


Muchos de los compañeros de prisión del Beato Tito, en su declaración para el proceso de beatificación, coinciden en señalar que era un hombre lleno de prudencia, de elegancia y educación en el trato, capaz de combinar la sencillez y la espontaneidad con la más elevada "finura". Estos rasgos de su carácter invaden también su espiritualidad. 
Esta "elegancia” o “discreción” espiritual ha tenido para nosotros una consecuencia relativamente negativa. El P. Tito es muy parco a la hora de narrar sus propias experiencias espirituales. Hay un cierto pudor -pese a ser un hombre profundamente extrovertido- que demuestra cómo en el caso de nuestro hombre la extroversión no va unida a la superficialidad. Él además vivía su oración como algo íntimamente unido a la vida de cada día. La oración no es un oasis en el desierto de la vida, es toda la vida, dijo en cierta ocasión. Algunos de sus compañeros de docencia, o incluso discípulos que más tarde serían ilustres profesores, han insistido en este aspecto: era un hombre que vivía esa profunda unión con Dios en la vida de cada día, en el trabajo cotidiano. Baste como botón de muestra el "consejo espiritual" que dirige a su hermana clarisa: Haz perfectamente tus pequeños deberes, incluso el más insignificante. Es algo sencillo. Sigue al Señor como un niño sigue a su padre...
En este sentido, algunos autores han cuestionado el talante místico del P. Tito. Cuando observamos sus escritos en la cárcel, no se puede dudar de ello. Pero conviene plantearse en qué sentido hablamos de mística y qué tipo de "místico" encontramos en Tito Brandsma. Podríamos hablar de una mística profundamente encarnada en el ser humano, en el que se contempla, en el sentido más genuino de la palabra, a Dios mismo. No es una contemplación que consiste en mirar hacia arriba, olvidando o descuidando lo de abajo. No se trata siquiera de llevar a los demás lo contemplado (el celebérrimo adagio de Santo Tomás: contemplata aliis tradere), aún reconociendo el paso adelante que supone esta idea en la concepción de la contemplación que deja así de ser un gozo individualista o narcisista, sino en contemplar en la realidad misma (por el principio de la encarnación) la presencia misteriosa de Dios.
Quizás es ahí donde la contemplación y la compasión se encuentran de forma natural. Convendría también señalar, que el Beato Tito es un hombre profundamente "observante", utilizando un término que hoy quizás esté un poco "pasado de moda" pero que era fundamental en la espiritualidad de la vida religiosa en aquellos años. La vida comunitaria, el oficio divino en comunidad, los momentos de trabajo y de recreación, etc. eran fundamentales en su vida. Pensemos que en nuestros días es relativamente fácil combinar la "vida activa" con la vida comunitaria, pero en aquellos momentos y más teniendo en cuenta el tipo de actividad que desarrollaba el profesor Brandsma, no debió ser fácil. No obstante, él tenía bien claro cuál era el orden de prioridades y cómo nuestro apostolado debe ser el fruto de nuestra vida interior, llevado con amor al mundo que nos rodea.


Dios es un ser personal, distinto de mí, con quien me puedo relacionar... diferente de lo que pienso de Él... es bueno que dejemos decir a Dios quién es... cómo es... y es Él, precisamente, quien nos va desvelando a nosotros, quiénes somos nosotros y qué hacemos en la vida...

Cuando se comienza a iluminar esta realidad, en principio de forma casi intuitiva, informe, las cosas cambian desde el fondo de ellas mismas... hay un sentido -contenido en este misterio- imposible de abarcar desde la superficie... y merece la pena traerlo a flote, si queremos de verdad sacarle "jugo" al don de vivir y no estrellarnos en los envistes o reveses que conlleva habitar en el mundo, en camino a lo eterno...

Es la relación con Dios -creador del mundo y del hombre- lo que ilumina el corazón y la mente para llegar a saber (saboreando) a qué venimos a la vida... nacer es sinónimo de vivir para siempre, bien en esta parte del horizonte, o en la otra, a la que nos vamos acercando mientras vivimos...


La oración nos va despertando a esta conciencia -que es la verdadera- y nos va sensibilizando a otros valores más profundos, veraces y duraderos... rezar es necesario... rezar es despertar a la fe práctica, que incluye la devocional, pero que la trasciende... rezar es creer y creer es fiarse de quien creemos...

En la relación surge el diálogo y se incluyen las demandas y expectativas por ambas partes... los vínculos se consolidan y nuestra capacidad de recepción, de reacción, de relación, se amplía hasta el infinito, porque nuestro destino es eterno...  

Vamos a rezar por los que más lo necesitan... recordemos a los enfermos del blog que lo están pasando mal... a sus familias que sufren con ellos... dirijamos la mirada, una vez mas al Beato Tito, nuestro intercesor, en este sexto día de novena, cerca ya de su fiesta, para que nos consiga del cielo las gracias que seguimos implorando y que esperamos -confiados- recibir... la salud del cuerpo y del alma de todos los que cada día nos damos cita, y mientras vamos de camino, que no nos falten la fortaleza, la esperanza, el consuelo, la fe y  la confianza...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria …