domingo, 26 de marzo de 2017

"el mirar de Dios es amar..."


Llamarse hermano de la Virgen María le sonaba a privilegio envidiable, y lo consideraba como una de las abundantes gracias que el Señor derrama constantemente sobre Sus criaturas.
Había aprendido a vivir con María, por María, y en María, y era consciente de que María había de ser para él como las alas que lo elevaran hacia Dios.
"Debemos ser otros María, debemos dejar que María viva en nosotros."


La fe es una luz que Dios enciende en nosotros cuando le miramos... luz que alumbra y no deslumbra... luz que ilumina.... luz que abre caminos que conducen a otras sendas más seguras... la fe son los mismos ojos de Dios en nuestra mirada, que nos permiten entregarnos a la confianza, aplazando la impaciencia de querer saber cómo va Dios moviendo los hilos de la historia y dónde quiere conducirnos su Voluntad...
"EL MIRAR DE DIOS ES AMAR"

El hijo de Dios que se encuentra con el dolor y lo quiere elevar al plano de la confianza, sabe que sólo puede no quedarse a medio camino, si alimenta su fe en la relación con Dios y reza apoyado en sus promesas, que sólo quiere el bien del hombre...

Los caminos de Dios nos causan sufrimiento por la desproporción que existe entre su Voluntad y nuestros deseos... No podemos olvidar que Dios trabaja sin separar lo temporal de lo eterno, y en ese abismo nosotros perdemos pie, porque no estamos entrenados en este terreno...

La oración acerca estos dos polos y nos va conduciendo al corazón de Dios donde encontramos la fuerza y la paz para luchar, orientando nuestros pasos hacia Él...


Llamamos al cielo, de manos de quien entendió y vivió la fe hasta el extremo... nuestro Beato Tito... que ya conoce nuestras penas y nos quiere ayudar a resolverlas. Sumamos hoy a Ana, tiene cáncer de vientre y nos necesita... no nos olvidamos de ninguno de los hermanos que cada día reponen fuerza al calor de nuestra oración bajo la intercesión del P. Tito. 

Beato Tito, ruega por nosotros...



Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria …