La formación de Tito
Tito fue un buen estudiante, consciente del valor de la formación. Siendo niño leía mucho, sobre todo temas de historia y de literatura. Después de ingresar en la Orden del Carmen en 1898, seguía aficionado a leer y ahora también a escribir. Obtuvo el doctorado en filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma y siguió cursos de sociología contemporánea.
Educar en la vocación mística
Tito estaba siempre dispuesto a instruir a la gente sobre la llamada a la vida mística. Según él, la mística es “una unión especial de Dios con los seres humanos, por medio de la cual son conscientes de la presencia de Dios y también se hacen uno con Él”. Todos estamos llamados a la vida mística, a la mística de lo cotidiano, pues Dios es el principio que sustenta nuestro ser y puede ser encontrado siempre, en todo lugar y en el prójimo. Sus conferencias sobre la espiritualidad carmelitana tenidas en Estados Unidos el año 1935 son un verdadero clásico de la espiritualidad del siglo XX.
El periodista como educador
Sin duda, Tito consideraba el periodismo como un vehículo de formación. Sus artículos en la prensa católica se dirigían a una audiencia amplia y los escribía en un lenguaje accesible, convirtiéndolos así en verdaderos “cursillos”.
Tito y la filosofía de la educación
Para Tito era de gran importancia respetar a cada estudiante como persona individual: “Las personas no son todas idénticas, no caben todas en un mismo esquema o idea. Cada ser humano, también el niño, es diferente por propia índole y resulta inútil pasar por alto sus características particulares… Hemos de aceptar a los jóvenes como son”. Según Tito los estudiantes han de aprender a ser autodidactas, por eso les decía: “Nosotros no os trasladamos conocimientos filosóficos, sois vosotros los que habéis de desarrollarlos en primer lugar en vosotros mismos. No os llenamos la cabeza de verdades o de conocimientos sobre la verdad, sólo estimulamos la maravillosa pasión escondida en vosotros por conocer lo que es verdad”.
Atención de Tito a los estudiantes judíos
Tito defendió a los estudiantes judíos, no permaneció mudo cuando éstos fueron excluidos de las escuelas católicas, e incluso indagó la posibilidad de confiarlos a los carmelitas en Brasil.
El apostolado de la mística Carmelitana - El Carmelo como escuela
Tito habla del “apostolado de la mística carmelitana” utilizando la imagen de la escuela. Los carmelitas tienen que enseñar a la gente a rezar, ayudarlos a ser conscientes de que han sido creados y amados por Dios. Para Tito el Carmelo es como una escuela, “una escuela de vida mística”, e insiste: “En la vida espiritual, como en la vida ordinaria, no podemos dejar de lado la formación, los maestros y los guías”.