lunes, 30 de mayo de 2022

San Titus Brandsma, ruega por nosotros...

Oración escrita por San Titus Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


3. Místico en lo cotidiano

Tito fue místico en el sentido más genuino de la palabra: el creyente que vive la presencia del amor de Dios en medio de las circunstancias de la vida, desde las más ordinarias a las más heroicas en su martirio. Destaca su profunda espiritualidad, no solo teórica –reconocido experto en la mística renano-flamenca, la devotio moderna y gran conocedor de la obra y la doctrina de santa Teresa de Jesús, de la cual se manifestaba ferviente admirador– sino experiencial. Tito consideraba que las grandes hazañas de Dios suelen ser silenciosas. De aquí que fuera tan discreto al hablar de su vida interior, aunque, luego, ésta se hiciera visible en los momentos más dramáticos, en especial en los campos de concentración donde estuvo recluido. La experiencia mística –según él– no es para una élite o un grupo selecto. Refiriéndose al místico carmelita francés del siglo XVII, el Venerable Juan de S. Sansón, en una conferencia que impartió en los Estados Unidos, afirmó: “[Juan de San Sansón] rechazó, rotundamente, la idea de que la vida mística –que no consiste esencialmente ni en visiones ni apariciones, ni en estigmas o levitaciones, sino en ver a Dios ante nosotros y en nosotros– no fuera para todos y cada uno de nosotros”. Tito apreció el testimonio de aquellos que en la tradición carmelita profundizaron en la persona como ‘Dios por participación’ (cf. S. Juan de la Cruz, CB 39,4).
El P. Tito subrayó que el verdadero místico no es un ser apartado de la realidad ni se recluye en una burbuja aséptica e insensible, sino que, su profunda relación personal con Dios (cf. 1 Re 17,1) le convierte en alguien abierto a las necesidades, dramas e interrogantes de los hombres y mujeres de su tiempo. “La oración –según nuestro carmelita– es vida, no un oasis en el desierto de la vida”. Él no será solo un académico y profesor de espiritualidad, sino que logrará hacer de su vida una perfecta simbiosis entre oración y trabajo. Mística, por lo tanto, profundamente encarnada en el mundo y en cada ser humano, que es imagen de la presencia de Dios (cf. Sal 8,5; Hb 2,7). Que vivió la vida mística en lo cotidiano lo ratifica, con mucho sentido del humor, el famoso escritor holandés Godfried Bomans, el cual conocía muy bien su espíritu viajero e infatigable, cuando afirmó: “Brandsma fue el único místico en Europa que tenía un abono de transporte y vivió su santidad en el vagón de un tren”.
                                                                     -Carta del Prior General a la Familia Carmelita-


Sigamos encomendando a nuestro enfermos a su poderosa intercesión y demos gracias a Dios por su testimonio y por su canonización.

San Titus Brandsma, ruega por nosotros:

"Dios de la paz y de la justicia,
Tú que abres nuestros corazones al amor
y a la alegría del Evangelio
incluso en medio de las innumerables formas de violencia
que pisotean la dignidad de nuestros hermanos y nuestras hermanas,
ayúdanos con tu gracia,
para que, como san Titus Brandsma,
podamos con compasión, ver más allá de los horrores de la injusticia,
y contemplar tu gloria que resplandece a través de los mártires
de todos los tiempos, y ser así tus testigos auténticos en el mundo de hoy. Amén".