lunes, 29 de marzo de 2021

"El Señor es mi luz y mi salvación"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


Hemos entrado en la senda estrecha del amor, y la liturgia nos va situando, a fin de provocar en nosotros las actitudes adecuadas para que podamos captar el sentido de los misterios que celebramos, y la gracia dé a nuestra fe, capacidad de acoger la salvación, entregándonos también nosotros, a esa manera originaria de amar, que es dar y darse, para que todos sean lo que Dios pensó en cada uno...

Vamos a ir observando las sombras del mal, queriendo eclipsar la verdadera luz, hiriendo incluso a los mismos amigos de Jesús que dieron ya todo por ir con él... y es que cuando el dolor irrumpe, nos desestabiliza dejándonos sentir vulnerables... La provocación continua a Jesús por parte de los que se creen dueños y señores de todo, queriendo someter todo a sus criterios errados de poder y dominio, es una lección de vida para los que buscamos luz entre las sombras... 

Ciertamente, el camino se hace en el discernimiento continuo sobre la verdadera elección que debe definir nuestra vida, frente a la seducción de la mentira, ofrecida por la apariencia de lo relativo, que es la tentación que nos vence cuando nuestra raíz es frívola y superficial... Acercándonos al misterio de Jesús, y mirando hasta ver, será el acierto que dejará prendida en nosotros la semilla de la gracia... Ojalá el salmo 26, servido hoy en la liturgia, sea nuestro sentir diario, al avanzar sin retroceso hasta la confianza...

"El Señor es la defensa de mí vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne, ellos, 
enemigos y adversarios, 
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. 

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor" (Salmo 26)...


Mantengamos la llama de la fe con la oración de todos... Pensemos y recordemos, como cada día, a los enfermos del blog... todos, uno a uno... Recemos por todos, llevando al cielo, por intercesión del Beato Tito, el clamor de cada uno, y las necesidades primarias que cada uno necesite remediar antes... Mantengamos la esperanza y la fe, y que no desfallezcan nuestros ruegos, en la confianza de que somos escuchados y cosecharemos frutos abundantes de esta siembra oscura y penosa...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria