domingo, 28 de julio de 2019

"Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


La liturgia de  este domingo nos balancea, una vez más, entre la oración y la confianza acercándonos al mismo corazón de Jesús, para que participemos de su misma relación con el Padre, y aprendamos a ser hijos, también nosotros, del único Padre que todos tenemos, y que es el mismo que tiene Jesús...

Estamos ante el alma de la fe, único camino para aprender a vivir y compartir la vida, recibiendo de Dios todo, y remitiendo todo de nuevo a Dios, para que lo podamos volver a recibir multiplicado... Jesús, que es Dios ¡¡no lo olvidemos!! necesitaba vitalmente alimentar por la oración la vinculación a su Padre, porque su vida entre nosotros era una misión traída del cielo, y unida al cielo, tenia que ser llevada cabo... 

El salmo 137, que reza hoy la Iglesia, es una toma de conciencia que puede alimentar nuestra fe y ayudarnos a crecer en ella por la confianza, hasta llamar, a Dios Abba- Papaito...

"Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. 

Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. 

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros, me conservas la vida;
extiendes tu mano contra la ira de mi enemigo.

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos"(Salmo 137)...


Volviendo a pensar, hasta recordar a todos, en los enfermos del blog... todos, uno a uno... también sus familias... rezamos confiados por la intercesión del Beato Tito, pidiendo para ellos la salud del cuerpo y del alma, y un aumento de fe que nos incorpore a todos a la gracia y vivamos con coherencia los compromisos de una vida cristiana adulta y madura, valorando lo que de Dios recibimos, y lo que a Dios debemos dar para bien nuestro y de todos...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria …

2 comentarios:

  1. “CUANDO TE INVOQUÉ, ME ESCUCHASTE, SEÑOR”
    Salmo 137

    La misericordia es la virtud, el don o la gracia más maravillosa que nos regala Nuestro Señor para alcanzar la vida eterna, el mayor premio que puede obtener un cristiano, nada puede anteponerse a ese regalo. Es verdad, que tenemos que hacer un camino, a veces no fácil, pero si siempre alegre, la alegría que da: obedecer al Señor, amarlo sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Ejemplos actuales de esta alegría de entrega son muchas, por ejemplo: Madre Tereza de Calcuta, Santa hoy, siempre sonriente; las hermanas de la Cruz, en su vivir diario de entrega a los enfermos; las monjas de clausura, entregadas a la contemplación y la oración por sus hermanos en Cristo Resucitado... por nombrar algunos más conocidos. Les acompaña siempre un halo de alegría, que todos podemos compartir si elegimos la Caridad como forma de vida cristiana.

    Nuestro Padre siempre está atento a nuestras necesidades . Su amor infinito, siempre dispuesto a levantarnos y a aceptarnos de nuevo en su redil, para formar parte del Reino. Somos libres, porque así lo quiso Él, para que decidamos el camino a seguir...

    Señor, no nos pones trabas, nos diste la libertad, no sin antes enseñarnos la Palabra, todo lo necesario para saber cómo debemos comportarnos para alcanzar tu gracia. Tampoco ascendiste a los Cielos y nos dejaste solo, Señor, quedó por tu voluntad, a nuestro lado, tu Espíritu de Amor por el Padre, para que nos guíe, nos proteja y sintamos tu amor.

    Señor, tu eres leal, fiel y misericordioso, te invocamos para que perdones nuestras ofensas y para darte gracias por todo tu sabia voluntad, por todo lo bueno que nos has dado y nos da cada día. Te invocamos, Señor, para alabar tu Nombre y que escuches las oraciones y súplicas por nuestras necesidades. Te invocamos Señor, para alabarte, bendecirte y adorarte.

    En el evangelio de hoy, Lc (11.1-13), Jesús enseña a sus discípulos la oración con la que el mismo invocaba, y con la que se entregaba en obediencia, al Padre:
    “Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”...
    Oración, que aún hoy día es la primera que aprendemos, cuando casi no sabemos hablar, entre aplausos y chillidos y carantoñas de nuestros maestros, generalmente nuestros abuelos o padres.

    En el mismo evangelio, Jesús nos insta a invocar al Padre, para contarle nuestras necesidades, pues como tal, nos concederá lo que más nos convenga:
    “pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre”...
    Tenemos que confiar en la voluntad del Señor, que es misericordioso. Vayamos a visitarlo al Sagrario, para hablar con Él, contarle nuestras alegrías y nuestras penas, suplicarle para que alivie nuestras necesidades, para que nos consuele en nuestras aflicciones, para llorar y para reírnos con Él... pensáis qué no se siente sólo, que no siente tristeza cuando no acudimos a acompañarlo, a darle un poco de nuestro tiempo... nuestra alma ante Jesús Sacramentado se engrandece, se empapa de amor y nos acerca al Reino de Dios.

    Recemos todos, en comunión de los Santos, por el alma de José María Toscano. Nuestro Señor que es misericordioso lo tenga en la gloria.

    A tu compasión y bondad nos acogemos en este blog, Señor. A tu compasión y bondad me acojo, para que escuches mis súplicas. Tú sabes muy bien cuales son, lo que quiero, lo que te pido con una insistencia humilde y cansina, lo que te pedimos todos aquellos que la queremos tanto... Que se haga tu voluntad y no la nuestra... Pero escúchanos, Señor; no nos deje con este desconsuelo, atiende nuestras plegarias, nuestros ruegos y oraciones bañadas en lágrimas. Tú eres todo poderoso y nada hay imposible para Ti. Concédenos lo que te pedimos. Amén

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  2. Pedimos la intercesión del Beato Tito Brandsma. Espíritu Santo, Dios verdadero, guíanos al corazón del Padre, lleva nuestras oraciones y suplicas a lo más profundo de su voluntad; se centro y limite de nuestra comunión de los Santos, forma parte de nuestros sufrimientos, comprende nuestros anhelos para aquellos que amamos con toda nuestra alma y que sufren por su enfermedad. Derrama tus dones sobre nosotros y recoge para el Señor los frutos de nuestro amor por Él y la Virgen María. Amén.

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