martes, 5 de noviembre de 2019

"Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor"...


Oración escrita por el Beato Tito Brandsma el 12-13 de febrero de 1942 
delante de una estampa de Jesús, en la cárcel de Scheveningen.

Cuando te miro, buen Jesús, advierto
en ti el amor del más querido amigo,
y siento que, al amarte yo, consigo
el mayor galardón, el bien más cierto.

Este amor tuyo -bien lo sé- produce
sufrimiento y exige gran coraje;
mas a tu gloria, en este duro viaje,
sólo el camino del dolor conduce.

Feliz en el dolor mi alma se siente:
la Cruz es mi alegría, no mi pena;
es gracia tuya que mi vida llena
y me une a ti, Señor, estrechamente.

Si quieres añadir nuevos dolores
a este viejo dolor que me tortura,
fina muestra serán de tu ternura,
porque a ti me asemejen redentores.

Déjame, mi Señor, en este frío
y en esta soledad, que no me aterra:
a nadie necesito ya en la tierra
en tanto que Tú estés al lado mío.

¡Quédate, mi Jesús! Que, en mi desgracia,
jamás el corazón llore tu ausencia:
¡que todo lo hace fácil tu presencia
y todo lo embelleces con tu gracia!


¿Será el banquete al que se ponen tantas objeciones y excusas para entrar, el programa de vida propuesto hoy por la liturgia en la primera lectura?... Después de escuchar a S. Pablo, y quedar todo tan perfectamente delimitado, será acertado hacer examen con las palabras de Jesús en el evangelio, y deducir si somos de los que entramos, o de los que preferimos seguir dando tumbos sobre las rutinas que nos inventamos cada día, creyéndonos dueños y señores de lo que hacemos y queremos hacer, sin mirar a dos palmos de distancia de nosotros mismos...

¡¡Y pensar que Dios insiste en llevarnos a su Reino!!... y nosotros seguimos dormidos en nuestros sueños, sin valorar el tiempo, la gracia, la verdad y la vida verdadera!!... Nos vamos detrás de la última oferta vana que vemos aparecer ante nosotros, y nos dejamos ir los dones verdaderos que contienen lo que de verdad queremos...

Revisemos la dirección de nuestros pasos, y busquemos en Jesús el norte para nuestra vida ¡¡qué bien lo expresa el salmo 130, colocado hoy en el centro de la liturgia para que recemos con él!!... ¡¡bonita actitud la que recoge enseñándonos a rezar!! Somos tierra buena cuando amasemos la fe en la actitud de la humildad, dejando a Dios llevar la iniciativa y siendo dóciles a su voluntad... recemos agradecidos y rectifiquemos nuestros desvíos a la luz dela Palabra de Dios...

"Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre" (Salmo 130)...


Recemos como cada día, unos por otros... pensemos en los enfermos del blog... en todos, uno a uno... también en sus familias... pidamos al Beato Tito, la gracia de la salud de cada uno de ellos... y mientras el dolor nos oprime, que la gracia de Dios nos fortalezca, nos conforte, nos consuele... y que la Virgen nos ayude a no cansarnos, ni desanimarnos... sino a fortalecer nuestra confianza por la fe y la esperanza...
"confiando en el Señor, no me he desviado"...

Beato Tito, ruega por nosotros...

Señor Dios nuestro amante de la vida y de la libertad, que guiaste a tu siervo Tito a través de la noche oscura del sufrimiento, concediéndole una constancia invicta en las persecuciones. Te doy gracias por haber glorificado en la iglesia a tu humilde siervo el Beato Tito Brandsma; haz que su ejemplo suscite en muchas almas, renovadas interiormente por la fuerza de tu Espíritu, el compromiso de trabajar por la defensa de la Verdad, rehusando a todo compromiso con el error, y así lograr la verdadera libertad de los hijos de Dios. Concédenos la gracia de su canonización y el favor que te pedimos por su intercesión. Amen.

Padrenuestro – Ave María – Gloria …

3 comentarios:

  1. “GUARDA MI ALMA EN LA PAZ JUNTO A TI, SEÑOR”...
    Salmo 130.

    San Pablo, en La primera lectura del día de hoy, carta a los romanos (12,15-16a), nos da una lección magistral del fruto que los dones del Espíritu Santo provocan en nuestra alma y por ella en nuestra vision del mundo. Leerlo estremece y estimula nuestra conciencia, haciéndonos muchas preguntas, pero especialmente: ¿Realmente somos merecedores de la misericordia del Señor? Leamos esta lectura y sabremos a que atenernos si queremos salvarnos. Es la caridad el eje central de esta lectura, a la que nos incita San Pablo, para hacernos parte del cuerpo vivo de Cristo.

    Todos nuestros actos deberían estar orientados a ganarlos el perdón de Dios. Nuestra vida tiene una prioridad, amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como Dios nos ama, con entrega absoluta, como nos gustaría ser tratados. Pero lo único que hace débil la voluntad del Señor es nuestra fe y nuestro amor por los más necesitados e indefensos del mundo. El amor es la clave para ganarnos la paz de nuestra alma junto al Señor, aqui temporalmente, y en la gloria toda una eternidad.

    Todos somos llamados a la mesa del Señor, sin excepción, pero no todos se sentarán a su mesa y disfrutarán del banquete que nos tiene preparado, porque se nos dio la libertad de elegir y así es nuestra naturaleza egoísta, por la que nos cegamos y no somos capaces de ver el regalo que nuestro Señor nos hace. Son muchos los llamados y pocos los elegidos. Terminemos como empezamos, abriendo nuestra alma al Espíritu Santo y suplicándole que nos ilumine siempre. Mostrémonos humilde ante el mundo, ante los hombres, ante nuestros hermanos en Cristo Resucitado, y compartiremos el Reino de Dios.

    Oramos y le suplicamos al Padre la intercesión del Beato Tito Brandsma, en el nombre de su Hijo, en comunión de los Santos, iluminados por el Espíritu Santo y amparados por el Manto de la Virgen María. Queremos, con humildad, la salud para cada uno de nuestros enfermos. Amén.

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  2. La primera lectura de hoy es una de mis favoritas del San Pablo, porque muestra muy gráficamente el sentido de fraternidad y el espíritu de ayuda mutua que debería imperar en las comunidades cristianas.



    Todos y cada uno de nosotros hemos sido agraciados por Dios con un don, con un carisma distinto que nos hace especial y útil para nuestra comunidad en el ejercicio y cumplimiento del mismo. Todos necesitamos del resto de la comunidad para poder desempeñar conjuntamente en sentido de comunión el Plan que Dios tiene preparado para nosotros. Todos somos parte de un puzle, en el que cada uno sólo representa una pieza del mismo y por ello nos necesitamos los unos a los otros para cumplimentar conjuntamente este puzle del que somos parte. Todas las piezas de este puzle, aunque distintas en forma y tamaño son igual de válidas y necesarias, y ninguna de ellas sola por sí misma, por muy grande y por muy fuerte que sea puede completar el puzle en su totalidad. Todos nos necesitamos conjuntamente los unos a los otros, como estas piezas, para poder cumplimentar nuestro puzle que es el plan que Dios tiene trazado para todos sus hijos.



    Como dice San Pablo, todos y cada uno que componemos la gran familia cristiana representamos un miembro del cuerpo de Jesús. Todos somos diferentes entre sí pero complementarios en nuestra diferencia, y esa complementariedad junto con el sentido de servicio de unos hacia los otros es donde reside la grandeza de la gran familia de los Hijos de Dios.



    Y como todos somos miembros del mismo cuerpo, comportémonos todos al unísono en la actitud cristiana que Jesús no enseñó,



    “estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración, contribuid con las necesidades de los santos, practicad la hospitalidad, bendecid a los que os persiguen, con los que ríen estad alegres, con los que lloran, llorad…”



    Es decir, “mantened ardiente el espíritu que Cristo nos enseñó”.

    No seamos como aquellos comensales de los que nos habla Lucas en la segunda lectura, estos ingratos convidados que habiendo sido invitados al gran banquete que organiza el señor se escudan en propuestas vanas para no acudir a la fiesta y a su presencia. No rechacemos nosotros la llamada de Nuestro Señor que nos invita al banquete de su Cuerpo y de su Sangre.

    Acudamos a su llamada, acudamos a su casa. Dios llenará su hogar y ocupará todas las sillas que tiene preparadas para sus invitados, ya que en su inmensa misericordia extenderá su invitación a todo el que quiera asistir a su fiesta y a su banquete sin importarle la clase social, riqueza, poder o sexo de sus invitados. Asistamos nosotros también a esa fiesta que Él nos prepara y ocupemos la silla que Él tiene preparada para nosotros.

    Y tal como nos solicita San Pablo en la lectura de hoy “sed asiduos en la oración”, oremos todos conjuntamente por nuestros enfermos del blog y oremos a nuestro beato Tito para que interceda con sus palabras y se pueda cumplimentar nuestro deseo conjunto de curación y recuperación de todos ellos.





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